La pandemia del COVID-19 cambio la manera en que vivimos nuestras vidas, trayendo incertidumbre a las rutinas diarias, provocando presiones económicas, aislamiento social, preocupación por la salud psíquica y física, y qué deparara el futuro. Sentimos estrés, angustia, miedo, tristeza, soledad y hasta es posible que empeoren los trastornos de salud mental, como por ejemplo la ansiedad y la depresión.

El término “ansiedad” proviene de la palabra “ansia”, cuya raíz proviene del latín anxius, que significa “angustiado” y de angor, que significa angustia, refiriendo a la estrechez o estenosis respiratoria, que se produce durante algunos ataques de angustia.

La ansiedad nos es familiar, ya que todo el mundo la ha experimentado al menos una vez en la vida. Se caracteriza por excitabilidad general, perturbaciones de la actividad cardiaca, de la respiración, sudoración, temblores, convulsiones, vértigo, pavor nocturnus y cierto tipo de fobias. Como estado emocional, los sentimientos de tensión, preocupación, pensamientos negativos, nerviosismo, provocan temor o pánico por lo que está por ocurrir o puede ocurrir. Mientras que el miedo es la emoción que sentimos la presencia de una amenaza, la ansiedad es una sensación de un peligro, problema o amenaza que está o podría por suceder. Intentaremos poder tener otra mirada acerca de este fenómeno que todavía tiene un final incierto.

La ansiedad según Sigmund Freud, surge del conflicto mental, como una “transformación tóxica” de nuestras energías, de un Ello que necesita determinadas cosas y que no puede alcanzar ni satisfacer.

Los psicólogos cognitivos, como Lang con su teoría tridimensional, sostiene que la ansiedad se manifiesta según un triple sistema de respuesta (cognitivo, fisiológico y conductual) a veces discordantes, siendo una respuesta emocional que da el sujeto ante situaciones que percibe o interpreta como amenazas o peligros. Aaron Beck refiere que es la percepción del individuo a un nivel incorrecto, basada en falsas premisas.

La deprivasion según Winnicott, es la privación emocional, que provoca trastornos de la conducta. Es una privación brusca y masiva, que en nuestro caso se da sobre las libertades debido a la situación actual.

Ante la pérdida de nuestra libertad, surge el duelo y sus etapas, que según Elisabeth Kübler-Ross es un proceso para comprender, convivir y continuar en una realidad que altero nuestra vida, estableciendo que lo preestablecido ya no existe.

La crisis y la negación son desencadenantes ante el cambio de una situación estable, rechazando la devastadora noticia consciente o inconscientemente. Este mecanismo de defensa amortigua el shock que produce la nueva realidad.

Cuando es imposible negar la realidad de la pérdida y el dolor, aparece la ira como un enojo temporal y necesario producido por esta situación.

En la negociación, se intenta detener el padecimiento, con la esperanza de que se posponga la situación dolorosa, siendo el último esfuerzo de poder de aliviar el dolor de la perdida.

Con la depresión se comienza a comprender la evidencia de la perdida, surgiendo sentimientos de vacío, profundo dolor con un agotamiento físico y mental. La depresión de este proceso no es sinónimo de enfermedad mental, sino que se trata de una respuesta adecuada a una gran pérdida por lo que las emociones de la depresión deben ser experimentadas para sanar.

Con la aceptación y el sentido se hacen las paces con la pérdida, permitiéndonos la oportunidad de vivir a pesar de la ausencia de lo perdido, sabiendo que la pérdida siempre será una parte de nosotros. Nos permite reflexionar sobre el sentido de la vida, como lo que queremos a partir de ahora, estableciendo una relación distinta con la pérdida de la libertad.

Comparto los conceptos de Sartree quien define a la angustia, como el sentimiento más importante de todos, declarando que el hombre es angustia, siendo el miedo, la ansiedad, la culpabilidad y la conciencia, elementos que permiten dar cuenta de su estado de libertad, en tanto que, cada decisión y consecuencia al no estar definida por una esencia (ser superior) residen en la absoluta responsabilidad del sujeto. Es decir, que tiene directa relación con la conciencia de ser libres. El sentimiento de angustia nace por el darse cuenta de que todo lo que sucede es consecuencia de nuestras propias decisiones y nada ni nadie nos podrán ayudar; la angustia de no tener a quien culpar por todo lo que decidas vivir. El concepto de angustia parte por la responsabilidad de estar conscientes de nuestra propia existencia, que conlleva al hombre a ser libre para dirigir y juzgar el transcurso y proyectos de sus vidas. Finalmente Sartree nos dice que, “no tenemos excusas detrás de nosotros ni justificaciones entre nosotros”. Se está “condenado a ser libres”.

Licenciado Raimundo Gabriel – MN 69369 MP 20680